¡Atentos! Algunos alegres argentinos absorben arsénico en los Andes.

Fotografía: «RN51 near San Antonio de los Cobres» de GerthMichael.
Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:RN51_near_San_Antonio_de_los_Cobres.jpg#/media/File:RN51_near_San_Antonio_de_los_Cobres.jpg


-Adelante, bienvenido. 
-Gracias... caramba, qué belleza ¡los Andes!
-Sí ¿verdad? ¿Le puedo ofrecer algo de tomar?
-Café, por favor.
-¿Perdón?
-Ah claro... té mate, si es tan amable.
- No, tampoco tenemos.
- ¿Qué? Si no hay mate... ¿qué beben en este pueblo?
- Para el calor, agüita de arsénico. Bien fría.

Silencio. Sorpresa. 

- ¿Y para el frío?
- Te de solución de arsénico, naturalmente.
- Creo que no tengo sed. ¿Tiene pan?
- Solo con arsénico.
- Solamente tráigame una silla, por favor. Quiero ver el paisaje.

Llega la silla y el viajero toma asiento.

- Esta silla tiene un olor aliáceo, como de cebolla... ¿es el banco de la cocina?
- No, es el olor del arsénico.

El viajero se pone de pie de un salto.

Carlos nos platica el caso de un pueblo argentino, San Antonio de los Cobres, que convive con un elemento tóxico: el arsénico.

En la región no se usa la frase "me hace lo que el viento a Juárez" -claro, obviando el hecho de que probablemente nadie tiene por qué saber quién era Juárez- sino una bonita variación: "me hace lo que el arsénico a un cobreño".





Para leer más:

- La nota desde Science News (en inglés).
- El artículo original (en inglés).


La música que se escucha: Alice Cooper, "Goes to hell" del disco del mismo nombre, lanzado en 1976.

Comentarios

Entradas populares