Historias de abandono.

Pues sí, fue una historia de abandono.

O algo así, pero menos dramático. Nuestros cuatro y medio podcast-escuchas se habrán dado cuenta de que no hemos subido capítulos desde hace varios meses. Aquí la explicación:


Un proyecto audiovisual puede ser una cosa muy ingrata: requiere una inversión significativa de dinero, una cantidad salvaje de planeación, un crew dispuesto a pasarla mal por muchas horas mientras pone buena cara, y muchas pero muchas horas nalga. El resultado, además, puede ser bastante irregular. Entonces ¿por qué lo hacemos? 

La primera respuesta es que además de ingrato, el formato audiovisual es adictivo. Nos gusta, y mucho. Además, la idea se nos metió en la cabezota y la única manera de sacárnosla era haciéndolo.

La segunda respuesta es que somos -o queremos ser- un canal de divulgación. Y el formato del podcast, con todo lo entretenido que puede ser, tiene siempre un público muy limitado, cosa que opera en contra de nuestro objetivo de llegar a la mayor cantidad posible de gente.

Y bue... además ¿cómo resistirse a usar esos trajes de supositorio?

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